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Ciudad Trujillo

LA FIESTA DEL CHIVO

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LA FIESTA DEL CHIVO
Sigue despues de su muerte Rafael Leonidas Trujillo Molina, concitando interes, ahora el interes es de todo el mundo, luego que la pluma libre de Don Mario Vargas LLosa lo convirtio en una postalita, o a la usanza del jefe, una Chapita, los dejamos con este dominicanismo a descifrar, para que sea la penitencia de no tener en el pais, en America y ahora en el mundo otro "chapita"
LOS QUE NACIMOS EN LA ERA !














Font Bernard niega informara a Vargas Llosa


Ramón A. Font Bernard, director del Archivo General de la Nación, negó hoy haber ofrecido informes al escritor Mario Vargas Llosa para la novela sobre la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, "La Fiesta del Chivo", en la que observó infamias contra el expresidente Joaquín Balaguer.
Aclaró que sólo dio facilidades en el Archivo General de la Nación, como la instalación de una oficina y publicaciones de la Era de Trujillo, por órdenes superiores.

El funcionario y escritor, amigo del expresidente Balaguer, reaccionó luego que el autor de la controversial novela, durante la puesta en circulación de la obra el pasado miércoles, le agradeciera varias veces su alegada colaboración.

Font Bernard comentó a Orlando Gil y Héctor Tineo en el programa Visión del canal 27, que Vargas Llosa es injusto al referirse a Balaguer como "el malvado" de "La Fiesta del Chivo".

Opinó que muchos de los datos de la novela "tienen nombres propios" y alegadamente fueron ofrecidos por "gente con mucho resentimiento social".

Destacó que Balaguer fue el único que durante la dictadura respondió ataques de la columna insidiosa Foro Público, del periódico El Caribe, donde se le acusó de la supuesta malversación de fondos de la construcción del Palacio de Bellas Artes.

Resaltó que el exmandatario estuvo ocho años como embajador en diferentes países porque









alegadamente cayó en desgracia en la tiranía.
Dijo que Trujillo, a quien atribuyó haber enriquecido a muchos dominicanos en la dictadura, aún después de muerto deja beneficios con las ventas de libros en los que aparece como personaje central.

Expresó que el registro personal de Trujillo está incompleto en el Archivo General de la Nación, porque alegadamente fue saqueado cuando lo trasladaron desde el Palacio Nacional.

Manifestó que el archivo del tirano "llegó menguado" porque "cada quien cogió lo que le interesaba" o entendía podía afectar sus intereses.

Dijo que parte de esos datos aparecen unicamente en un libro escrito por un historiador dominicano que aseguró revisó los archivos personales de Trujillo autorizado por el expresidente Salvador Jorge Blanco durante su mandato.

Rehusó mencionar el nombre del escritor pero mostró rapidamente el libro en el programa, pero aclaró que no desea reflejar en su comentario una acusación contra ese historiador.

Narró que Trujillo, a quien consideró morboso, perverso, capaz de cualquier cosa e impredecible, se embriagaba, ponía a bailar a dos hombres y hacía levantar las faldas de mujeres para verles las partes íntimas.






LA FIESTA DEL CHIVO DESDE CIUDAD TRUJILLOMario Vargas Llosa o la subordinación
de la ficción a la historia

El análisis pone en evidencia las zonas frágiles de esta obra que, sin embargo, los dominicanos deberán leer.



Digámoslo, de golpe, sin ambages: La fiesta del Chivo es el relato de una aventura y no la aventura de un relato. Desde 1973 he venido explicando en qué consiste esta frase famosa de Ricardou.

Todos los mecanismos de la novela tradicional han sido puestos en vigencia y hasta la saciedad. Se trata de una novela de personajes, brutalmente balzaciana, con un solo carácter central -Trujillo- sacado en vivo de la carcaza/carnaza de la historia monumental, sin más trabajo de imaginación que el de los diálogos ficticios, aunque verosímiles, acompañado de un rosario de personajes secundarios (Balaguer, Johnny Abbes, El Constitucionalista Beodo y los senadores Henry Chirinos y Agustín Cabral, alias Cerebrito, y otro cortejo encabezado en segundo plano por los participantes en la conjura del 30 de mayo de 1961, así como fugazmente por una retahíla de figurones y figuronas que están subordinados a la trama, a las peripecias y a la lógica de la suspensión continua del desenlace, cual es, por supuesto, la descripción de los preparativos y la acción final del atentado.

Hay un personaje femenino, hilo conductor de la aventura, que da vuelta y vuelta en cada suspensión: se trata de Urania Cabral -Uranita- hija del presidente del Senado Agustín Cabral, alias Cerebrito, ofrendada a Trujillo por el legislador en connivencia con Manuel Alfonso, celestino fácilmente ubicable en la historia real, pues Vargas Llosa no se tomó la molestia de hundir en el abismo de la ficción a tales personajes: Manuel de Moya Alonzo. Esta acción traumatizaría a la niña de 14 años hasta el presente de la escritura. Ella sufrió los efectos del poder, que son los de la castración. Nadie, en S/Z de Barthes, al analizar la noveleta de Balzac, queda impune del contacto con la Zambinella. Incluso en estrechar su mano hay un peligro mortal.

Vargas Llosa fabuló solamente con algunos personajes, por ejemplo con Henry Chirinos y el Constitucionalista Beodo, los cuales, si bien remiten a personajes de la historia real, acumulan, cada uno, todos los vicios de los políticos corruptos del trujillismo. De ahí la imposibilidad de resumir en un Polibio Díaz, un José Enrique García Aybar, un Carlos Sánchez y Sánchez y todos los juristas del Jefe, uno solo de ellos que pudiera funcionar como la simbolización de los demás miembros de su especie, es decir, presidentes del Senado o de los Diputados.

El personaje femenino más importante -lo repito- es Urania Cabral. A su través, corre el relato de la aventura en todo el texto y a ella echa mano el narrador para crear la sorpresa a medias que se descubre en el último capítulo de la obra. El lector adivina que el escritor le juega sucio y no le da la acción de inmediato, sino que se la suspende continuamente. Este mecanismo barato es propio de la escritura programada de antemano. Es la misma treta de las telenovelas que te suspenden en cada capítulo el desenlace de la aventura. La ficción mantiene en vilo el papel que jugará Uranita Cabral en la novela. Las preguntas continuas que ella y el narrador se hacen sobre el motivo de su viaje al país después de haberse ido una semanas antes del atentado contra Trujillo y después de que el lector conoce su juramento de no volver a pisar tierra dominicana, no hay lector por más ingenuo que sea que no se plantee el motivo de ese trompo embollado.

Ella es el revelador de la impotencia sexual de Trujillo y la sintaxis de las frases donde se habla elípticamente de una chica que al Jefe le recuerda constantemente que se hace pipí en los pantalones. Pero como se trata de una aventura novelesca, no voy a decirles en qué termina la peripecia de Uranita en la Casa de Caoba y cómo logra irse del país, al que vuelve con el único objeto de contarnos esa saga que será catártica para ella. Al menos ese es el funcionamiento discursivo de su acción.

Otros capítulos nodales de la novela son el que muestra el diálogo de Balaguer y Trujillo, el de Balaguer lidiando con los familiares de Trujillo con el cadáver del dictador frente a todos ellos y la estrategias que triunfan o sucumben según los intereses de cada quien o según las debilidades de cada quien. Pero una vez más, todo esto es pantomina de la ficción, pues conocemos de antemano lo que sucedió históricamente. En esos diálogos cristaliza la pequeña posibilidad de fabular que le queda al sujeto de la escritura. Además, digo que la capacidad de fabular es mínima porque sé, y el lector también, pertinentemente que para que el autor Vargas Llosa pudiera sacar en claro esas acciones y esos discursos de los personajes, ha debido obtener tales datos de manos de quienes participaron en ellos en la vida real: Balaguer, Imbert Barreras y quizá decenas de personas que de una u otra manera fueron actores de aquellos acontecimientos.

La conclusión que se impone es que, por ese complejo de Guacanagarix, ningún novelista dominicano que hubiese encaminado sus pasos a obtener esas entrevistas de los personajes que participaron en aquellos acontecimientos, con el fin confesado de escribir una novela, los hubiese conseguido. La explicación no reside sino en la desconfianza política y en el miedo a que se vaya a hacer un mal uso de esas confesiones. Es preferible que sea un extranjero quien haga mal uso de tales confidencias y no un criollo, sobre todo si no está a la altura de un Vargas Llosa, un García Márquez o un Roa Bastos. Además, razona el Guacanagarix, es mejor salir embarrado en la ficción de un genio o una celebridad internacional que no en un carajo a la vela dominicano. Eso explica las pleitesías que se les hacen en el país a cualquier pelafustán extranjero. No es que Vargas Llosa lo sea, pero la conducta con él es la misma que observan las clases altas con relación a lo extranjero.

FUENTES. Vargas Llosa hurgó también, aparte de las fuentes orales, en las escritas. Sobre todo en Almoina, que describe el bar que está descrito en la Casa de Caoba en el último capítulo. En Galíndez que se hace eco del rumor de Almoina de que Ramfis no era hijo de Trujillo. También ha debido beber en Diederich, Crassweller y toda la bibiliografía escrita por dominicanos y extranjeros sobre Trujillo. Saberlo es cosa de ponerse a buscar las referencias bibliográficas embutidas en la novela.

SINTAXIS. Son muchas las faltas a la sintaxis que uno encuentra en esta novela (no de sintaxis, como escribe Vargas Llosa en p. 267). Una de las que más me llamó la atención fue esta, en la que el narrador habla del celestino Manuel Alfonso: « Lo hacía con esa sutileza adquirida en sus años de diplomático encargado de misiones difíciles. ¿No era esta, además, una ocasión extraordinaria para que Urania ayudara a su amigo Cerebrito, a salir de la trampa que le tendieron los eternos envidiosos?» (p. 497-98). Cerebrito es el padre de Urania, pero aquí, semánticamente es su amigo. Absurdo, pues de quien es amigo es del diplomático celestino. Otras faltas a la sintaxis son: Ello con valor de pronombre: ello servía (p.450); Años de años en vez de años tras años (p. 257); el anglicismo Lo siento en vez de Lo lamento (p. 285, 479. Bien usado en 448); otro anglicismo es retomar (p. 288) e Hispaniola por La Española (p. 181, 293); gerundios raros del tipo inglés (saliendo, p. 112 y apareciendo, p. 334); anglicismo en Te prometo en vez de Te lo prometo (p. 516); uso arcaico del partitivo, si no galicado en «dar de cabezazos» (p. 443); faltarle el respeto en vez de faltarle al respeto (p. 398) y No se volverá a repetir, pleonasmo por No se repetirá (381 y 416); galicismo en debacle en vez de desastre (p.197) y en desavisados en vez de desinformados (p.460); casos de queísmo en (p. 260, Estoy segura que y 261 ¿No te diste cuenta que...? en vez de segura de y diste cuenta de que, 194, 333-34, 432, 494 y 507) y título falso de la obra de Marrero Aristy en tres volúmenes (p. 286); cidra en vez de Cidra, nombre propio de un tipo de ron, no de una bebida de manzana (p. 495).

PROBLEMAS LeXICOS. Me detengo solamente en aquellos usos léxicos que estarían permitidos al universal reportaje de todos los días, no al escritor que, se supone, es el encargado de llevar la lengua, a través del discurso, a su explotación ilimitada, para no caer en el instrumentalismo de Barthes acerca del escritor como amo de las anomalías semánticas o en el chomkysmo cartesiano. Uso de elucubrar (verbo inexistente) por lucubrar (p.241); riversa por reversa (p.250); aerobics por aeróbicos (p. 145 y 198); memoramdums en vez de memorandos (p. 264); coctel en vez de cóctel (p. 183, 279 y 377); renqueando por rengueando (p. 266); coexistencia de palmeras canas (p. 15) con palmas canas (p.376 y 496), este último válido como usual en el español dominicano. Sería interesante trazar el trayecto de Palma de Canarias a palma de cana y palmera de cana. Existen algunas contradicciones léxicas que se deben más bien al desconocimiento de ciertos detalles culturales e históricos de parte del autor de la novela: por ejemplo, doctor Amiama [Luis] no lleva título académico (p.482); Tavares Justo (p.182) no se escribe con s, sino con z (Tavárez); rouge es un galicismo que tenía justificación en los años 20-30 cuando todavía pintalabios o lápiz labial no estaban afincados (p.87); destacada en vez de sobresaliente (p. 517), el apellido de la familia Cavagliano donde se escondió Antonio Imbert ha sido cambiado a Cavaglieri. Podría ser a propósito, para diluir su efecto realista, pero si así fuera, había que hacer lo mismo con Rainieri, quien le llevó a ese escondite. También está deformado, quizá por la misma razón, pero la creo, el apellido Cestero, que aparece como Certero (p.329), en Fernando Camino, dentista de Trujillo; voleibol por volibol (p. 256) . Un verbo usado varias veces en la novela es lucir en lugar de parecer (p.38). Paro de contar y le dejo el resto a los demás analistas literarios.

DEFECTO MAYOR. Aunque se lee con curiosidad, La fiesta del Chivo no se lee con interés. Incluso usted puede dejarla dormir cada noche y ella le dejará dormir porque el ritmo de la novela es el del discurso sobre la historia de Trujillo, no el de una escritura como aventura del sujeto, como sucede en La casa verde o en Cien años de soledad, la fabulación cien por ciento. No hay ritmo poético en La fiesta del Chivo, sino ritmo mimético de la descripción histórica.

Cuando decía en el artículo anterior que esta novela de Vargas Llosa no tenía riesgo, me refería a que, dada la programación de su sentido, la orientación política del texto carecía de estrategia. ¿Cuáles son las ideologías de época que esta novela transforma? Ninguna. Las reproduce todas: la ideología literaria de escribir novelas de aventura; la ideología histórica consistente en reproducir tramos de la historia sin transformar el discurso sobre la historia. La obra de Vargas Llosa no tiene adversarios. Se escribe en contra del sujeto mismo en primer lugar y en contra de la historia y las ideologías de una época. Los sujetos que dieron vida y animaron las acciones narradas en La fiesta del Chivo están bien muertos.

En cambio, una novela como Los que falsificaron la firma de Dios, de Viriato Sención, tenía uno y más adverssarios y transformó una historia inmediata y para hacerlo tuvo que acudir a la fabulación de los nombres de los personajes y con todo y eso el Poder, contra el cual orientó dicha novela su escritura, no la leyó inocentemente. La leyó, aunque con una ideología historicista, como tenía que leerla: orientación política del sentido en contra de las instancias del Poder y de la sociedad. La cual le salió huyendo o le escurrió, discretamente, el bulto, mientras permitía que el Poder se cebara contra la escritura.

De todos modos, recomiendo a los lectores que lean, por mera curiosidad, La fiesta del Chivo y que vayan a la páginas 117 y lean esto: «Todos sabían que se refería al Benefactor, al Padre de la Patria Nueva, al Generalísimo doctor Rafael L. Trujillo Molina, cuya corona fúnebre de flores frescas y fragantes era la más vistosaz de la cámara mortuoria». Si la mitad del texto estuviera escrito así, indudablemente que estaríamos en presente de un trabajo del ritmo a través del consonantismo prosódico. El otro ejemplo raro de consonantismo es este: «Al senador se le ocurrió que si las serpientes hablaran tendrían esa voz sibilante» (p. 274) Pero este ritmo sólo es posible encontrarlo en la fabulación total. Y este no es el caso.

Aunque se lee con curiosidad, La fiesta del Chivo no se lee con interés. Incluso usted puede dejarla dormir cada noche y ella le dejará dormir porque el ritmo de la novela es el del discurso sobre la historia de Trujillo, no el de una escritura como aventura del sujeto, como sucede en La casa verde o en Cien años de soledad, la fabulación cien por ciento. No hay ritmo poético en La fiesta del Chivo, sino ritmo mimético de la descripción histórica.





ENTREVISTA Vargas Llosaestima fascinante el rol de
JB en la historia de Latinoamérica
Vargas Llosa asegura que le han causado pesar las reacciones surgidas entre parientes de algunos personajes citados en su novela La Fiesta del Chivo, aunque cree injustas algunas de las críticas que se le han heccho

En una entrevista realizada anoche en una emisión especial por el periodista y escritor Miguel Guerrero a través de CDN Cadena de Noticias al novelista Mario Vargas Llosa en torno a su más reciente obra, ‘‘La Fiesta del Chivo’’, el escritor dijo que el cuadro que describe de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo debe servir para reconocer el valor de la democracia y sostiene que esta debe ser sostenida no solamente cuando los derechos son conculcados.
Asimismo estimó que el ex presidente Joaquín Balaguer es un caso fascinante y enigmático por su vigencia por décadas en la vida política nacional.
El libro, impreso en esta capital, fue presentado el pasado miércoles en esta ciudad y hoy será puesto en circulación en la ciudad de Santiago, en actos encabezados por el mismo autor.
La transcripción de la entrevista es la siguiente:
MG: ¿Qué opina de la reacción que vio anoche en la puesta en circulación de su libro La Fiesta del Chivo?
MVLL: Bueno, fue para mí una experiencia gratísima, por la cantidad de gente que acudió a la presentación y por la manera tan cordial conque me recibieron. Escuché muchos aplausos, unas demostraciones de cordialidad y de cariño que para mí fueron realmente muy conmovedoras, porque este libro tiene desde luego una connotación muy especial, está inspirado en la República Dominicana. Ha sido escrito gracias a la ayuda, a veces involuntaria de muchísimos dominicanos. Así que la reacción de los dominicanos era la que a mí desde luego me interesaba más, y por lo menos esta primera reacción ha sido cordialísima y yo estoy profundamente agradecido por ella.
MG: Pero la reacción no ha sido unánime, a esa reacción se han añadido algunas críticas del libro.
MVLL: Bueno algunas no, bastante. He seguido más o menos esa controversia que, desde luego, creo que era inevitable. El tema, Trujillo, el Trujillismo, los efectos de la dictadura en la sociedad dominicana, pues, son todavía motivo de actualidad y no existe ni puede existir unanimidad de pareceres al respecto. Así que entiendo muy bien que a mucha gente ese libro no le haya gustado y que haya despertado críticas adversas. Creo que un escritor debe acatar las críticas, sobre todo si tiene convicciones democráticas como tengo yo. Algunas de esas críticas me han parecido injustas. Anoche yo me referí a las críticas que han hecho algunos parientes de los De la Maza. La verdad que para mí la familia De la Maza es una familia mártir. Probablemente ninguna familia dominicana ha sufrido tanto con los asesinatos, los crímenes, los abusos que cometió la dictadura como los De la Maza. Y por otra parte, Antonio De la Maza es uno de los héroes de este libro como lo es de la realidad dominicana ya que sin él no hubiera habido una conjura. El fue el motor, el entusiasmo contagioso que convenció a todos los conjurados de que era posible acabar con el dictador. Y he tratado a ese personaje en mi libro con la máxima consideración. Que algunos parientes de él hayan considerado que yo hice un tratamiento injusto de él pues realmente me ha apenado muchísimo.
SIMBOLO DE LAS DICTADURAS
MG: La dictadura, la tiranía ha sido no la excepción sino casi la regla en la historia de América Latina en el presente siglo, del siglo XX. Comparándola con otras experiencias dictatoriales de América Latina, la de Juan Vicente Gómez, la del Paraguay, Stroessner, ¿cómo usted ubica la dictadura de Trujillo?
MVLL: La dictadura de Trujillo no ha sido la más larga. Ha habido dictaduras más largas. Quizás no ha sido la dictadura más cruel, ha habido dictaduras de una crueldad espantosa sobre todo en el siglo XIX, pero en el siglo XX la dictadura de Trujillo fue cruel, extravagante, porque estuvo rodeada de una teatralidad, de unos excesos derivados de la personalidad del propio Trujillo. Eso ha hecho que de alguna manera ella sea como el símbolo de un fenómeno que por desgracia vivió toda América Latina sin excepción. Creo que, en mi novela, uno de los empeños míos ha sido justamente mostrar el caso de la dictadura de Trujillo en ese fenómeno, lo que significa un poder absoluto, el tremendo efecto corruptor para el conjunto de la sociedad que tiene un dictador cuando llega a acumular ese poder que hace de él un hombre intocable por encima del bien y del mal. De manera que en este sentido el Trujillismo, la era de Trujillo son manifestación de un fenómeno que vivió todo el continente para no decir el universo entero, porque en realidad la tradición más antigua de la humanidad no es la democracia, ni la libertad, ni la legalidad, sino el autoritarismo, la brutalidad, el reinado de la fuerza.
MG: El legado de una dictadura como la de Trujillo y como la de cualquier otro dictador en América Latina perdura más en la conciencia y en la vida de esa nación mucho más de lo que el tiempo que esa dictadura rigió.
MVLL: Sin lugar a dudas.
MG: ¿Piensa usted que América Latina ha desarraigado totalmente ese legado, de esa herencia dictatorial, que dice la democracia se ejerce plenamente en nuestro país?
MVLL: Ojalá fuera verdad eso. ¡Qué bueno que América Latina hubiera desarraigado enteramente de nuestro suelo esa tradición autoritaria! Por desgracia no es así, tenemos dictaduras todavía aunque hemos progresado mucho y hay muchos países, entre ellos la República Dominicana que hoy vive un sistema de legalidad, de libertad, una democracia imperfecta por supuesto todavía, pero que han dejado atrás el autoritarismo. Hay países como Cuba, no hay que olvidar, donde hace 42 años rige una dictadura y monolítica. Hay el caso de mi país, que vive una dictadura, una dictadura muy corrompida, también muy cruel con terribles crímenes contra los derechos humanos, pero mucho más hipócrita que la de Somoza, o Trujillo, o de Fidel Castro porque oculta, ¿no es verdad? su verdadera identidad con unas formas...
MG: Con una apariencia democrática.
MVLL: Con una apariencia democrática destinada a engañar a la opinión pública internacional que hoy, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, pues, se muestra muy hostil con la dictadura, con el régimen autoritario. Así que creo que no, no debemos de ninguna manera caer en la complacencia, creer que ahora América Latina es un continente ya democrático. No. Avanzamos en esa dirección muchos países por lo menos, pero todavía nos queda mucho por hacer.
MG: ¿Cree usted que la democracia, como sistema de vida político, es una tradición, se hace a través de la hábito, del ejercicio, de la práctica, o puede decretarse un ambiente de ejercicio con respecto a los derechos humanos?
MVLL: No, es una práctica, es una costumbre. Lo importante de la democracia es que al final esa legalidad se convierta en una manera de vivir. Que la gente se acostumbre a escuchar opiniones adversas, a coexistir en la diversidad, a respetar las instituciones, a aceptar las elecciones, y eso significa a aceptar las victorias, sino también las derrotas y sobre todo la actitud tolerante a admitir que la verdad, sobre todo en el campo político y social es muchas veces ambigua, escurridiza y que por lo tanto es fundamental que haya crítica, que haya debate para poder ir avanzando en el conocimiento de la verdad, es una costumbre que tarda mucho en imponerse. A veces se pasa, y rápidamente, de una dictadura a una democracia, pero hasta que esa democracia cala en las costumbres, en las mentalidades, y va formando espíritu realmente abierto y tolerante, desgraciadamente pasa mucho tiempo.
DEMOCRACIAS VULNERABLES
MG: Las experiencias democráticas que han estado viviendo muchos países de América Latina, la mayoría afortunadamente, ¿es un proceso irreversible o existen peligros de un retroceso, de un regreso a forma de dictaduras?
MVLL: Irreversible no los son nunca, Miguel. Ni siquiera las democracias más sólidas, con una tradición más robustas, son irreversibles. Hemos visto tantos casos en la historia reciente. Creo que el caso de nuestras democracias que son jóvenes, que son primerizas, que están dando los primeros pasos, pues, hacen que sean tremendamente vulnerables y eso debería exigir de nosotros una participación muy activa en la defensa del bien más precioso que puede tener una sociedad que es la libertad. Que es una legalidad que defienda, sobre todo al débil, al pobre al que no tiene influencia, al que no tiene poder económico contra los atropellos, contra los abusos. Ese es el bien más precioso de una sociedad y se descubre precisamente cuando se pierde y cuando es la arbitrariedad, la fuerza la que determina el destino de las personas.
MG: ¿Ve usted alguna posibilidad de cambio democrático en su natal Perú en este proceso electoral?
MVLL: Bueno, mire, hay una esperanza. Por primera vez 1992, cuando el presidente (Alberto) Fujimori, con la ayuda de Bladimiro Montesino, nuestro Johnny Abbes García, dio el golpe de Estado, por primera vez se ha abierto una esperanza con esa formidable movilización del pueblo peruano que hoy en día repudia la dictadura a favor del candidato de oposición Toledo. Allí el pueblo, en las calles, realmente impidió que les robaran la decisión electoral que la dictadura como había fraguado, de ganar en la primera vuelta por una mayoría aplastante. De tal manera que hay una esperanza; es muy difícil porque el fraude está montado, el Gobierno tiene el control absoluto de todo el proceso electoral. Hay un juzgado electoral que es ad-hoc para el régimen. Los jueces independientes han sido expulsados y desplazados por jueces instrumentales. El ejército, que ha sido purgado de todos los oficiales profesionales, democráticos por Montesinos, es hoy día un ejército, hoy día, totalmente al servicio de la dictadura. De manera, que eso hace que las condiciones sean muy, muy difíciles, pero como hay una presión internacional y sobre todo como hay, creo yo hay por primera vez, hay una mayoría de peruanos hartos del sistema éste autoritario, de la corrupción, de los abusos y que quiere que en Perú, como ha ocurrido en el resto de América Latina se democratice, pues, creo que hay una esperanza, sí.
MG: Después del proceso electoral de 1990, ¿no?, usted se radicó en España.
MVLL: Bueno, en Europa.
MG: Como hicieron en el pasado muchos historiadores, que Guillermo Cabrera Infante se estableció en Londres, Alejo Carpentier eligió París, es que existe mejor ambiente para la creación literaria en Europa que en América Latina.
MVLL: Bueno, mire, cuando hay razones políticas, pues, no es la literatura la que determina esas emigraciones de escritores, sino la política. En otro caso Europa tiene un clima en el campo cultural, en el campo literario que resulta más estimulante, y eso atrae a muchos escritores latinoamericanos a vivir, por lo menos temporadas, en Europa. Ese fue mi caso. Cuando yo era joven yo siempre soñé con llegar a París, me parecía que era un experiencia indispensable para llegar a ser escritor, vivir en París. En realidad fue interesante porque yo descubrí en París, qué era un latinoamericano. Entonces yo no tenía una idea de América Latina, tenía una idea del Perú y de los países de donde eran los escritores que yo leía sobre todo, que eran Francia, Estados Unidos, Inglaterra, y en Francia descubrí a América Latina como una realidad cultural; conocí a escritores latinoamericanos.
MG: Eso es muy nostálgico.
MVLL: Eso fue una cosa muy interesante. Creo que a muchos latinoamericanos les ocurrió eso. empezaron a sentirse escritores de esa patria grande, de esa patria común... desconocían o conocían muy mal. Así que yo quiero mucho a Europa, me siento en mi casa también en Europa, pero quizás lo que más le debo yo a la experiencia europea es haber descubierto a América Latina, es haber descubierto que yo, antes que escritor peruano, soy un escritor latinoamericano.
MG: ¿Volvería a Perú en caso de un cambio democrático?
MVLL: Sin ninguna duda. Si yo pudiera realmente expresarme con libertad en mi país, si yo tuviera tribuna en las que yo pudiera opinar con la libertad conque lo hago en España o en Inglaterra, desde luego que volvería. Allí tengo mi familia, tengo muchos amigos, tengo mis libros, que es lo que yo más extraño, tengo mi biblioteca que me inspira una tremenda nostalgia. Pero la verdad yo he llegado a una edad que ya no soporto vivir en la dictadura, en la mentira, en la prepotencia, en la manipulación de la opinión pública a través de unos medios de comunicación que obedecen a las órdenes ni siquiera del presidente de la República, sino del verdadero poder que hay en ese país que es el capitán Bladimiro Montesinos, alguien que nunca nadie ha elegido, que muy pocos peruanos han visto y que desde un sótano en el pentagonito, en el cuartel general del Ejército, decide la vida, la muerte, la fortuna o la pobreza de los peruanos. Simplemente, yo eso ya no lo puedo soportar.
MG: Parece un personaje de una novela suya, ¿no?
MVLL: Bueno, ya, usted sabe que ha sido muy divertido. Cuando salió La Fiesta del Chivo, en el Perú, prácticamente la unanimidad de los críticos que pudieron publicar críticas al respecto, pues han dicho: ‘‘Pero hiciste una descripción del Gobierno de Fujimori’’, y el caso más flagrante les parece justamente el de Abbes García. Dicen: ‘Haz inventado un personaje que es una hechura de Bladimiro Montesinos. Ellos no saben que Abbes García realmente existió. Lo que pasa es que los regímenes dictatoriales producen, quizás podríamos decir suturan ese tipo de personaje como Abbes García, como Bladimiro Montesinos. Creo que si uno escarba las dictaduras siempre encuentra allí en las sombras, ejercitando el terror, un Blademiro Montesinos o un Abbes García.
UN TRABAJO ARDUO
MG: Don Mario, la semana pasada el periódico El Caribe publicó un artículo de Plinio Mendoza en el que celebraba la publicación de su libro, de su última novela y refería que había recibido una llamada telefónica de escritores conocidos celebrando esa publicación, diciendo que por fin habían leído la más grande obra, la obra tan esperada, la obra cumbre de don Mario Vargas Llosa. ¿Considera usted que ésta es su mejor novela, su mejor escrito?
MVLL: Bueno, me gustaría que ésto fuera cierto. La verdad que un autor, pues, no tiene la suficiente objetividad, independencia para dar ese tipo de valoraciones. Pero lo que sí le puedo decir es que probablemente la novela que más trabajo me ha costado, en la que he invertido, no solo más empeño, sino también más ilusiones. Es un libro que a mí me fascinó... el tema del libro desde que decidí escribirlo, desde el año 1975. Así que ambición, desde luego he puesto en él, mucho trabajo en muchas situaciones. ¿Que si es mi mejor libro? Yo estaría encantado que así fuera.
MG: Dicen que cuando usted decide escribir una novela, un libro usted suda, se vuelve obsesivo, que el tema lo asalta, no lo deja vivir hasta que por fin dice: ¡ya lo tengo! y reconoce que su vida se tranquiliza. ¿Pasa por ese proceso siempre?
MVLL: Siempre, es un proceso que desde mi primer libro ha sido el mismo. !Ah! En primer lugar, nunca sé por qué un tema se me impone, llega a apoderarse de mí de una manera impremeditada. Es algo que queda en la memoria, algunas imágenes que van convirtiéndose en la fuente de un fantaseo, de una especie de desasosiego de la imaginación. Algo muy poco premeditado hasta que, de pronto, ya me doy cuenta que ya llevo en la cabeza como el embrión de una historia y que, de cierta forma, ya empecé a trabajar en ella sin haberlo decidido de una manera muy claramente consiente. Entonces tomo una decisión, empiezo a trabajar de una manera muy sistemática, haciendo una investigación pero sobre todo para familiarizarme con un ambiente, con unos personajes, con una época y luego comienza ese proceso, Flaubert lo llamaba una inmersión en la vida que uno quiere inventar y me parece una fórmula muy adecuada, ir conociendo poco a poco el ambiente, el paisaje tanto geográfico como social, como individual aquello que uno quiere inventar. En esa investigación siempre van surgiendo unos motivos, unos estímulos que enriquecen extraordinariamente la fantasía, la imaginación, y desde luego ese ha sido el caso de La Fiesta del Chivo.
MG: Contrario a lo que sucede con muchos otros escritores famosos, incluso, a usted no parecen repetírsele los personajes, ¿no? Hay una variedad de temas, y de caracteres a su obra que es verdaderamente asombroso. Le cuesta mucho después de un libro y después de una inversión y la entrega absoluta conque le absorbe a usted la escritura de un libro y en la investigación de un libro, le cuesta mucho trabajo posteriormente deshacerse de esos personajes para entrar en otra historia.
MVLL: Bueno, procuro yo pasar inmediatamente a trabajar en otra historia porque, a la verdad, no me gusta nada esa sensación de vacío, como de soledad en que quedo cuando termino un libro en el que he trabajado mucho tiempo. Esta novela, pues, a mí me ha tomado más de tres años y en esos tres años he convivido con unos personajes, con un ambiente, con un medio, hasta con una manera de hablar el español, y de pronto todo eso se termina y eso me produce una sensación que es como de orfandad, y yo la combato poniéndome a trabajar inmediatamente en el siguiente proyecto. Al principio me cuesta mucho esfuerzo, siento una enorme distancia, pero eso es lo que hago porque, para mí, ese es el mejor antídoto contra esa sensación de soledad que es muy triste como de desamparo, !Ah! El haberse quedado de pronto sin el boom en el que uno ha estado viviendo tanto tiempo.
MG: Usted ha dicho y ha reiterado que el primer contacto con esta obra, por así decirlo, pues, data del 1975 durante una visita, entre el año 1975 y el año 2000 cuando sale esta obra, usted publicó un sinnúmero de obras. ¿Cómo pudo sobrevivir esta ansiedad durante tanto tiempo y sobreponerse a tantas otras obras?
MVLL: Estuvo siempre allí, procuré leer todo lo que caía en mis manos y busqué siempre materiales y tomé muchas notas, llené cuadernos con apuntes mientras escribía, pues, bueno, las novelas que he escrito en esos 25 años, de tal manera que el proyecto nunca desapareció. En realidad cuando yo comienzo a escribir un libro, estaba muchísimo tiempo trabajando en él. Ahora, por ejemplo, estoy escribiendo una novela basada en Flora Cristani, personaje muy interesante del siglo XIX, y ese proyecto tiene, pues, no se cuánto, pero varias décadas, desde que leí por primera vez Peregrinaciones de una Paya, lo que escribió Flora Cristiani en su viaje a América Latina, al Perú, que a mí me suscitó una gran curiosidad sobre el personaje. En realidad, cuando yo comienzo a escribir una novela, ya consciente o inconscientemente, llevo muchísimo tiempo dándole vuelta, trabajando en ella de una manera no muy consciente, pero el material ha estado ahí como fermentando poco a poco en la conciencia.
¿RAZON DE ESTADO?
MG: Regularmente los apologistas de regímenes como el de Trujillo tratan de justificarlos sobre la base del legado material a su país, diciendo que muchas veces la supresión de la libertad está justificada en una razón de Estado. ¿Usted cree que eso es posible?, ¿usted es partidario?
MVLL: No yo creo que eso es falso. Esa es la justificación de todas las dictaduras sin excepción. Dicen que la pérdida de la libertad garantiza la eficacia. Eso es mentira, y la mejor demostración de que eso es una falsedad total es la siguiente: ¿Cuáles son los países más prósperos del mundo? ¿Cuáles son los países que han llevado a sus pueblos a los niveles más altos de vida? ¿Cuáles son los que han desarrollado más?, ¿los que tienen hoy día un dominio de la tecnología, de la ciencia?, ¿los que pasaron por largas dictaduras? ¿los que tienen las más antiguas tradiciones democráticas de la humanidad? Estados Unidos, Francia, Inglaterra, ¿no son los países que están a la cabeza del desarrollo? Suecia, Suiza, ¿esos países necesitaron dictadores para construir buenas carreteras, para dar trabajo y niveles de vida decente para todo el mundo? No es verdad. La dictadura a la larga, aunque algunos hechos positivos tengan su haber, siempre causan mucho más perjuicio y daño que beneficio a una sociedad. En realidad, el progreso no hay que medirlo sólo en edificios y carreteras; hay que medirlo en respeto a los derechos humanos, en defensa contra la arbitrariedad, en crear oportunidades para que todos, no sólo los ricos, sino también los pobres, no sólo los influyentes, sino también los inválidos puedan acceder a las buenas cosas de este mundo y demostrar mediante su trabajo, mediante su talento que pueden escalar posiciones y ganar un reconocimiento en la sociedad. Eso solamente la democracia lo caracteriza; jamás lo ha garantizado ninguna dictadura.
BALAGUER EN LA HISTORIA
MG: Usted ha dicho que el verdadero protagonista de su novela La Fiesta del Chivo no es Trujillo, sino el doctor Joaquín Balaguer. ¿Le fascina ese personaje?
MVLL: Bueno, lo han dicho algunos críticos. Bueno el personaje desde luego es fascinante. Es un personaje que muy joven comienza su carrera política junto a Trujillo, en la campaña, en la primera campaña electoral de Trujillo; que a lo largo de toda la era de Trujillo está muy cerca sirviendo a Trujillo, prácticamente en todos los cargos menos importantes o más importantes del régimen; que consigue convencer a Trujillo, que es un hombre que carece de ambiciones, que nunca le hará sombra. Esa es la idea que tiene Trujillo de Balaguer, y que luego cuando muere Trujillo esas circunstancias de confusión tremenda que vive el país se agiganta, se apodera en cierta forma de la situación y hace luego una extraordinaria carrera política durante el post-trujillismo, durante la democracia, apareciendo en un momento dado a los ojos de la opinión internacional y de buena parte de la sociedad dominicana como el hombre que va a llevar al país a la democratización. No me diga usted que no es un caso realmente extraordinario. Más extraordinario si uno piensa que hoy con los 90 años y pico que tiene, a pesar de su invalidez, está ahí de candidato y no se descarta que una circunstancia un poco excepcional pueda llevarlo por séptima, octava o novena vez a la Presidencia de la República. Dígame sino parece un personaje de ciencia ficción, salido de la fantasía más desalada de García Márquez o de Cortazar, o del realismo mágico fermentado de la literatura latinoamericana.
MG: ¿Puede un hombre con ese historial reivindicarse políticamente y pasar a ser un verdadero constructor de la democracia?
MVLL: Bueno, constructor de la..., creo que el balance de lo positivo que desde luego hay en la carrera del doctor Balaguer y de lo negativo, pues lo harán los historiadores dominicanos cuando tengan esa mínima perspectiva. Su caso, para mí, es un caso enigmático, pues, dentro del Trujillismo, él no era el hombre de las pistolas... muchísimo menos, era un hombre que tuvo una vida más bien sobria, que no estuvo mezclado ni a escándalos, ni a tráfico de influencias, ni a robos, dotado de indiscutibles virtudes, y al mismo tiempo es un hombre que fue, objetivamente, solidario y cómplice de las cosas terribles que se cometieron en el régimen. La transición, tal como ocurrió, de alguna manera él la encarna, la propicia, la domina. Ese balance está, en cierta forma, por hacer. De tal manera creo que, hay que suspender por el momento el juicio político sobre lo que fue su desempeño en aquellas circunstancias específicas. Creo que hay un aspecto muy negativo desde luego, en lo que es el historial del doctor Balaguer, mucha complicidades con hechos absolutamente injustificables e indefendibles que pudieran ser perfectamente evitados, pero también indiscutiblemente en ciertas circunstancias, una colaboración positiva hacia el avance y el progreso que hizo muy bien la República Dominicana, una indiscutible realidad.
MG: ¿Sabe usted de otro personaje similar en la historia latinoamericana?
MVLL: Yo no conozco ninguno. Absolutamente ninguno. Quizás dentro de los caudillos civiles Velazco Ibarra en Ecuador. Velazco Ibarra es también otro personaje que tampoco usó jamás una pistola.
MG: Pero necesitaba un balcón.
MVLL: Exactamente, necesitaba un balcón y además, la palabra, como en el caso de Balaguer fue fundamental, esa fue su arma, esa fue su pistola, esa fue la manera de imponerse, de conseguir una aquiescencia, y que sobrevivió a todo. También Velazco Ibarra sobrevivió a todo pero, mira, a los militares que jamás le permitieron terminar un período electoral, a pesar de que el pueblo ecuatoriano lo eligió, no sé si cuatro a cinco veces. Probablemente sea el que se le parezca más. Desde luego que fue menos exitoso que el doctor Balaguer porque no consiguió estar ocho o nueve veces en la Presidencia de la República de su país.
MG: Don Mario, uno de los capítulos más interesante de su libro La Fiesta del Chivo es el que tiene que ver con los momentos siguientes al asesinato de Trujillo, cuando llevan el cadáver al Palacio Nacional y la familia se reune para llorar, para lamentarse y todo, que comienza la gran actuación del doctor Balaguer. Ese tipo de conversación tan íntima, ¿cómo obtuvo usted esa información?
MVLL: Bueno, las conversaciones me las inventaba lógicamente. Esas conversaciones nadie las registró, ni nadie pudo recordarlas con ese tipo de precisión. Pero yo creo que en esas conversaciones yo no he ido más allá de lo verosímil, de lo que pudo realmente ocurrir. Allí que es lo evidente, lo evidente es que en esa confusión en que se encuentra el Trujillismo, al morir el nudo, el aglutinante, el eje del régimen, quien se agiganta es Balaguer. Es el único que sabe realmente lo que quiere, que no pierde la serenidad y que, por esa actitud, va poco a poco seduciendo, conquistando a quienes estaban como extraviados que habían perdido el rumbo y se va convirtiendo en el hombre de la situación. Por otra parte, si está demostrado que Balaguer juega habilísimamente a unos contra otros, ¿no es verdad? Se pone de lado de Doña María, pide que se espere a Ramfis antes de tomar ninguna decisión, con lo que neutraliza a los hermanos de Trujillo, a Abbes García que querrían cortarle la cabeza rápidamente para tomar ellos el poder. De tal manera que, ajustándose a los hechos básicos, creo que esos diálogos que yo he inventado que son, digamos del derecho de un novelista de inventarlo, de ninguna manera desnaturalizan la realidad de los hechos ocurridos.
MG: En su novela aparece Pedro Livio Cedeño como confesando o admitiendo o revelando en el hospital, mientras era sometido a tortura y a examen médico, y a curación por las heridas sufridas en el atentado, como dando detalles de datos que llevaron a los servicios de seguridad a desenmascarar toda la trama que se había tendido alrededor del régimen. Sin embargo, algunas gentes dicen que realmente él no habló esa noche.
MVLL: Bueno, parece demostrado, por los testimonios, que sí habló. Ahora, no es que habló, no es que Pedro Livio, al ver a Abbes García, se puso a delatar a sus compañeros, muchísimo menos. Desde luego que eso no ocurrió así, lo que yo creo que pudo ocurrir muy aproximadamente es lo que yo cuento. Pedro Livio fue torturado de una manera absolutamente atroz, execrable, por Abbes García allí en la propia Clínica Internacional; fue también drogado. Ese hombre habla desde un estado de semi-inconsciencia y bajo del efecto, no sólo de la terrible presión psicológica, sino de las torturas y en eso no hay ni la menor debilidad, ni la menor traición, hay una manifestación de humanidad. Ese es un capítulo que yo he hecho con muchísimo cuidado. No entiendo que alguien pueda ofenderse. La actuación de Pedro Livio en ese momento es la única posible y esperable. Un hombre que estaba viviendo en la circunstancia que él estaba viviendo. Yo he hecho una investigación realmente extrema y la documentación a ese respecto es concluyente. Allí Abbes García y el régimen averiguan quiénes son los jefes de la conspiración y desata esa cacería. Desde luego, esos datos los complementan con los datos que le da a Abbes García el chofer de Trujillo, pero, bueno nada de eso es inventado, nada de estos diálogos. Sí, desde luego, pero la situación yo creo que es una situación que está documentada diría hasta la saciedad.
MG: El que lee su libro parece estar leyendo también, además de una magnífica novela, un guión cinematográfico. ¿Fue premeditado?
MVLL: No, en lo absoluto, no. Mis experiencias cinematográficas con las adaptaciones de mis novelas ha sido más bien frustrante. En eso no sólo hago crítica, sino autocrítica, porque yo participé justamente aquí en la República Dominicana en una adaptación, y el resultado fue más bien catastrófico. No, no, no pensé para nada en un guión cinematográfico cuando escribí esta novela.
MG: Hay otros planes, además de los que usted habló de escribir otra novela, ¿Cómo comparte usted su tiempo? ¿Cómo armoniza el tiempo entre la investigación para un libro o una novela y su labor periodística, porque escribe constantemente para periódicos y revistas?
MVLL: Yo escribo para los periódicos los domingos, solamente los domingos, yo de lunes a sábado trabajo en mis libros, en mis novelas, leo, apunto, corrijo y los domingos sí, los domingos yo los dedico a los artículos. El periodismo ha sido, para mí, un complemento fundamental en mi vida de escritor. Sin el periodismo creo que tres cuartas partes de los libros que he escrito, no los hubiera podido escribir. El periodismo, para mí, ha sido una fuente maravillosa de temas, y por otra parte, a mí no me gusta la idea de los escritores encerrados en un cuarto de corcho. Me gusta tener por lo menos un pie en la calle, en la actualidad, en lo que ocurre, en mi tiempo, en mi alrededor, y participar de esa vida, participar en el debate sobre los grandes temas políticos, cívicos, culturales. Y eso es el periodismo, una manera de estar involucrado en esa vida de la cual se nutre mi literatura. Mi literatura no se nutre de la fantasía, sino de la experiencia cotidiana, de lo que ocurre más allá de mi escritorio y eso es lo que representa para mí el periodismo.
MG: Los cientos de personas que asistieron a la puesta en circulación de su libro en el hotel Jaragua quedaron sorprendidos con su afirmación de que a usted le cuesta trabajo escribir un libro, cuando su prosa es tan ágil que parece agua cayendo de un manantial.
MVLL: Detrás de esa apariencia, en realidad, lo que hay es un trabajo de romanos; me cuesta mucho escribir. Me gusta, es lo que más me gusta. Gozo inmensamente escribiendo, pero al mismo tiempo también la paso muy mal porque me cuesta un inmenso esfuerzo. Yo no tengo la facilidad de escritores como Cortázar, por ejemplo. A usted le contaba yo cómo me maravilló cuando supe que Julio Cortázar había escrito Rayuela, que es un libro tan complicado, tan elaborado, sentándose cada día en la máquina de escribir sin saber lo que iba a escribir, y escribir la novela de corrido. Que no corrigió, que envió a la imprenta una vez que estuvo terminado el borrador. Bueno, para mí eso es absolutamente imposible, ni siquiera el más pequeño de mis artículos resulta así como una traspiración, como una respiración natural, en lo absoluto. Yo tengo que corregir, que rehacer, que luchar contra los ripios, contra los adjetivos inadecuados; me cuesta un trabajo inmenso.
MG: Si la labor de redacción le resulta tan costosa, ¿cuál es la fase que más disfruta de un libro?
MVLL: Cuando corrijo, cuando ya tengo una versión que más o menos es legible y lo que tengo que hacer es editar, suprimir, añadir, recomponer el texto. Ese trabajo que llamaríamos de edición en vocabulario cinematográfico, es para mí lo más apasionante. Cuando he llegado a ese estado, digamos, sé que la novela está allí, que depende simplemente de pulir aquello que sobra, o aquello que falta. Entonces puedo trabajar cualquier número de horas, con gran entusiasmo y con mucha convicción. En cambio la primera versión para mí es terrible porque es una lucha contra mi seguridad, contra la sensación de que eso jamás va a prender, se va a levantar. Esa es la etapa realmente más difícil, más trabajosa, pero bueno, la experiencia me ha demostrado que sí, que si me enterco y sigo con mucha perseverancia, en un momento dado esa literatura que parece muerta va a empezar a cobrar alguna vida.
MG: ¿Conserva por rutina esas primeras versiones?
MVLL: Sí, conservo todo, conservo las fichas, conservo los cuadernos, las notas. Sí, sí, yo soy un guardador de papeles viejos. Así que sí los conservo.
MG: ¿No le ha causado angustia el hecho de que un tema sobre una novela de Trujillo, ya perdido en el pasado y que era un tema ya olvidado en la literatura, que hubiera resultado un fracaso. no atraer la atención del público?
MVLL: Bueno, siempre me pasa con todo lo que escribo, a la sensación de que eso pueda ser un fracaso, que tanta angustia, preocupación y también dedicación y empeño, pues, resulten en nada en una frustración. Yo creo que no hay escritor, ni siquiera el más vanidoso que se libra de ese temor sobre lo que ocurrirá cuando por fin ese libro sea ya letra impresa y llegue a un público.
MG: De todos los escritores que usted ha leído, ¿cuál es el que realmente más ha influido en la literatura suya?
MVLL: Bueno, no sé si hay uno, creo que hay muchos, creo que Flaubert, por ejemplo, ha sido muy importante para mí, lo ha sido (William) Faulkner entre los escritores más modernos. muchos escritores latinoamericanos. Desde luego, también algunos clásicos, en general si tuviera que elegir una época, elegiría el siglo XIX, los grandes novelistas del siglo XIX. Mi máxima ambición sería, para mí, tiempo lo que fueron para el suyo un Tolstoi, un Balzac, un Dickens, un Melville, realmente ese sería mi sueño, que mi obra y época representara lo que la obra de esos grandes gigantes en el suyo.
PREMIO NOBEL
MG: Usted ha recibido todos los premios que un escritor de habla hispana puede recibir, sólo le queda el Nobel. ¿Lo aspira realmente?
MVLL: Bueno, yo creo que ese premio pues no está mal, ¿no es verdad? No hay que hacer reñido si uno recibe semejante premio, pero creo (que) un escritor debe tratar de evitar pensar demasiado en el premio Nobel, y te voy a decir por qué: Porque ese premio tiene también un efecto corruptor en los candidatos a él. Si un escritor comienza a comportarse como candidato al premio Nobel, su prosa se estropea, porque no hay excepciones a esa regla.
rivalidad
MG: En una oportunidad se publicó mucho en América Latina que las relaciones personales entre Vargas Llosa y Gabriel García Márquez no eran las mejores. ¿Realmente correspondía a la verdad eso y esa rivalidad se superó en alguna oportunidad?
MVLL: Rivalidad no ha habido nunca. Desde que leí la primera obra de García Márquez en francés, no en español, yo trabajaba para una radio, para Radio y Televisión Francesa, y me dieron un día a comentar un libro que había publicado una editorial en Francia, el de El Coronel No Tiene Quien Le Escriba en francés y ahí descubrí a García Márquez, y desde entonces he sido un gran admirador de la literatura de García Márquez, sobre quien además he escrito un libro que se llama Historia de un Homicidio. Las discrepancias que tengo con García Márquez son políticas, sí, tenemos posiciones muy políticas, sobre todo en el caso de Cuba, porque yo soy un crítico de la dictadura cubana y él es un entusiasta defensor de Fidel Castro y en lo demás referente a lo personal, él y yo tenemos un pacto: No vamos a hablar de ese asunto para darle trabajo a nuestros biógrafos si es que lo merecemos.
MG: ¿Se ven con mucha frecuencia?
MVLL: No, no lo veo desde hace muchos años.
MG: ¿Las diferencias surgieron con el caso de Alberto Padilla?
MVLL: Bueno, sobre ese tema, tuvimos discrepancias, pero mire yo no..., hago un esfuerzo siempre para no convertir en enemistades personales las diferencias políticas. Creo que lo civilizado y la demostración de un espíritu democrático es justamente ese diferenciar lo personal de lo político. Yo tengo muchos amigos que piensan en términos muy diferentes a los míos políticamente, así creo que es un acto de gran incivilidad e intolerancia convertir lo que es un diferendo político.
MG: ¿Cree usted que la literatura dominicana es demasiado insular y por eso no ha trascendido?
MVLL: Bueno, hay literatura insular en la República Dominicana, pero hay también una literatura que ha trascendido esa frontera, pues, en la literatura dominicana hay una persona como Pedro Henríquez Ureña que es maestro de maestros. Yo creo que no hay escritor latinoamericano que no tendría la obligación de leer a un escritor tan universal, a un pensador tan rico, a un humanista de esa extraordinaria dimensión y horizonte intelectual como Don Pedro Henríquez Ureña, y Don Pedro Henríquez es un dominicano que llegó gracias a su talento y a su empeño convertirse en un verdadero gigante del pensamiento y de las letras hispánicas, para citar uno solo.
MG: ¿Qué vocaciones además de escribir?
MVLL: Pues muchas cosas. A mí me gusta mucho la vida, verlo todo, averiguarlo todo, quizás por eso llegué a ser escritor. Una ventaja que tiene un novelista es que a través de su novela, a través de su fantasía puede hacerlo todo, vivir todas las experiencias, las mejores y también las peores. Estar aquí y estar en mil lugares, vivir todos los amores, todas las aventuras, esa una de las grandes cosas de la literatura. Creo que la tragedia de los seres humanos es que nosotros seguimos un destino, pero estamos dotados de una fantasía, de unos apetitos que nos hacen desear tener mil vidas, tener mil aventuras, tener mil amores y una realidad que solo nos permite tener una. Creo que la literatura una de las cosas maravillosa que tiene es que ella, a través de la ficción, nos hace salir de ese destino tan recortado que tenemos y nos lo enriquece, nos arranca desde nuestro pequeño confinamiento a nuestra historia individual. Así que seguramente, ese apetito por vivir muchas vidas es lo que hizo de mí un escritor.
MG: Pero el gozo de la ficción es efímero, no así el gozo de la realidad.
MVLL: Eso es verdad, esa es la frustración que nos deja la literatura cuando vivimos una experiencia maravillosa como por ejemplo la de Luz de Agosto de Faulkner, o la Guerra y la Paz de Tolstoi. Vivimos con una intensidad y una riqueza que luego cuando cerramos el libro y miramos hacia nuestro alrededor y descubrimos qué pequeñita y qué pobre es la realidad, comparada con la realidad que sueñan los grandes escritores, pues sí, nos deja un cierto vacío y eso nos empuja otra vez a sumergirnos en la ficción y el sueño.
MG: Lo peor de la ficción es despertar a esta realidad que el tiempo se nos agotó y tenemos que suspender esta conversación, Don Mario, muy agradecido...
MVLL: Muchas gracias.



De visita en Argentina para presentar su última novela ‘‘La Fiesta del Chivo’’, el escritor peruano Mario Vargas Llosa afirmó que para escribir su obra necesitó ‘‘documentarse para mentir con conocimiento de causa’’.
Vargas Llosa admite que mintió ‘‘con conocimiento de causa’’




De visita en Argentina para presentar su última novela ‘‘La Fiesta del Chivo’’, el escritor peruano Mario Vargas Llosa afirmó que para escribir su obra necesitó ‘‘documentarse para mentir con conocimiento de causa’’.
En una entrevista publicada ayer martes en el diario neoliberal Ambito Financiero, Vargas Llosa aseguró que la dictadura de Leónidas Trujillo, quien fue presidente dominicano (1930-38 y 1942-52), sucedido por su hermano Héctor (1952 al 1962), fue ‘‘la cosa más anacrónica del mundo’’ que sin embargo, avivó su imaginación.
El escritor peruano es una de las más famosas personalidades de la literatura mundial que llegaron a Buenos Aires, invitadas en el marco de la Feria Internacional del Libro, que se prolongará hasta el 8 de mayo.
De visita en Santo Domingo en 1975, Vargas Llosa dijo se encontró con un tema que le ‘‘resultó estimulante, me indujo a fantasear y me enfrentó al embrión de una historia, que duró en la memoria muchos años antes de que me pusiera a escribir’’.
En esa oportunidad, el autor leyó ‘‘cosas extravagantes, enormes y monstruosas, que era imposible que la curiosidad no se despertara, no se avivara’’, así fue que ‘‘explorando me encontré con un material riquísimo para fantasear’’.
En ese marco fue que Vargas Llosa se ‘‘documentó mucho, no para escribir una historia auténtica, sino para familiarizarme con una sociedad y unos personajes tan diferentes a los de mi mundo para poder mentir con conocimiento de causa’’.
Admitió que ‘‘la documentación me resultó muy fértil’’, al punto que ‘‘la abundancia de material fue un problema’’.
Con su obra ‘‘La fiesta del Chivo’’, el ex candidato presidencial de Perú volvió a la literatura tras su incursión fallida en la política activa aunque ‘‘sin dejar de hacer política porque es una tarea intelectual fundamental’’.
El autor, quien en su carrera recibió los premios Cervantes, Rómulo Gallegos, Príncipe de Asturias y Menéndez Pelayos, dijo que ‘‘cada libro es una aventura’’ y si bien admitió que ‘‘me alegra cuando esa aventura encuentra un eco positivo’’, aseguró sentirse ‘‘solidario con todo lo que he escrito’’.
Estimó que ‘‘aquí y en Europa piensan que me he vuelto otra vez un escritor serio (con ‘‘La fiesta del Chivo’’)’’ al considerar que para sus libros anteriores utilizó un ’’género donde hay humor y juegos’’.
El autor de ‘‘La ciudad y los perros’’ anticipó su próxima novela que tiene como protagonista a Flora Tristán, un personaje del siglo XIX, ‘‘anarquista, socialista utópica que, al mismo tiempo, quiso introducir en la agenda política el tema de la mujer’’.
El escritor dominicano Lipe Collado acusó en las últimas horas a Vargas Llosa de ‘‘saqueo intelectual’’ a raíz de lo que consideró ‘‘sorprendentes coincidencias’’ entre ’’La Fiesta del Chivo’’ y su novela ‘‘Después del viento’’, que obtuvo el Premio Quinto Centenario de literatura, pero el escritor peruano habría negado la influencia de ‘‘un libro que no leyó’’, según versiones periodísticas en Buenos Aires.





..Que el Mundo Entero lo conozca, para que no se repita...ESTE WEB SERA TAMBIEN UN FORO PARA LATINOAMERICA Y EL MUNDO A DISCUTIR SOBRE LA FIESTA DEL CHIVO
SE SU POLITICA, DICTADURA, FICCION, REALIDAD, Y LITERATURA E HISTORIA

ESCRIBANOS

 

 

Rafael Leonidas y Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa o la subordinación
de la ficción a la historia

El análisis pone en evidencia las zonas frágiles de esta obra que, sin embargo, los dominicanos deberán leer.



Digámoslo, de golpe, sin ambages: La fiesta del Chivo es el relato de una aventura y no la aventura de un relato. Desde 1973 he venido explicando en qué consiste esta frase famosa de Ricardou.

Todos los mecanismos de la novela tradicional han sido puestos en vigencia y hasta la saciedad. Se trata de una novela de personajes, brutalmente balzaciana, con un solo carácter central -Trujillo- sacado en vivo de la carcaza/carnaza de la historia monumental, sin más trabajo de imaginación que el de los diálogos ficticios, aunque verosímiles, acompañado de un rosario de personajes secundarios (Balaguer, Johnny Abbes, El Constitucionalista Beodo y los senadores Henry Chirinos y Agustín Cabral, alias Cerebrito, y otro cortejo encabezado en segundo plano por los participantes en la conjura del 30 de mayo de 1961, así como fugazmente por una retahíla de figurones y figuronas que están subordinados a la trama, a las peripecias y a la lógica de la suspensión continua del desenlace, cual es, por supuesto, la descripción de los preparativos y la acción final del atentado.

Hay un personaje femenino, hilo conductor de la aventura, que da vuelta y vuelta en cada suspensión: se trata de Urania Cabral -Uranita- hija del presidente del Senado Agustín Cabral, alias Cerebrito, ofrendada a Trujillo por el legislador en connivencia con Manuel Alfonso, celestino fácilmente ubicable en la historia real, pues Vargas Llosa no se tomó la molestia de hundir en el abismo de la ficción a tales personajes: Manuel de Moya Alonzo. Esta acción traumatizaría a la niña de 14 años hasta el presente de la escritura. Ella sufrió los efectos del poder, que son los de la castración. Nadie, en S/Z de Barthes, al analizar la noveleta de Balzac, queda impune del contacto con la Zambinella. Incluso en estrechar su mano hay un peligro mortal.

Vargas Llosa fabuló solamente con algunos personajes, por ejemplo con Henry Chirinos y el Constitucionalista Beodo, los cuales, si bien remiten a personajes de la historia real, acumulan, cada uno, todos los vicios de los políticos corruptos del trujillismo. De ahí la imposibilidad de resumir en un Polibio Díaz, un José Enrique García Aybar, un Carlos Sánchez y Sánchez y todos los juristas del Jefe, uno solo de ellos que pudiera funcionar como la simbolización de los demás miembros de su especie, es decir, presidentes del Senado o de los Diputados.

El personaje femenino más importante -lo repito- es Urania Cabral. A su través, corre el relato de la aventura en todo el texto y a ella echa mano el narrador para crear la sorpresa a medias que se descubre en el último capítulo de la obra. El lector adivina que el escritor le juega sucio y no le da la acción de inmediato, sino que se la suspende continuamente. Este mecanismo barato es propio de la escritura programada de antemano. Es la misma treta de las telenovelas que te suspenden en cada capítulo el desenlace de la aventura. La ficción mantiene en vilo el papel que jugará Uranita Cabral en la novela. Las preguntas continuas que ella y el narrador se hacen sobre el motivo de su viaje al país después de haberse ido una semanas antes del atentado contra Trujillo y después de que el lector conoce su juramento de no volver a pisar tierra dominicana, no hay lector por más ingenuo que sea que no se plantee el motivo de ese trompo embollado.

Ella es el revelador de la impotencia sexual de Trujillo y la sintaxis de las frases donde se habla elípticamente de una chica que al Jefe le recuerda constantemente que se hace pipí en los pantalones. Pero como se trata de una aventura novelesca, no voy a decirles en qué termina la peripecia de Uranita en la Casa de Caoba y cómo logra irse del país, al que vuelve con el único objeto de contarnos esa saga que será catártica para ella. Al menos ese es el funcionamiento discursivo de su acción.

Otros capítulos nodales de la novela son el que muestra el diálogo de Balaguer y Trujillo, el de Balaguer lidiando con los familiares de Trujillo con el cadáver del dictador frente a todos ellos y la estrategias que triunfan o sucumben según los intereses de cada quien o según las debilidades de cada quien. Pero una vez más, todo esto es pantomina de la ficción, pues conocemos de antemano lo que sucedió históricamente. En esos diálogos cristaliza la pequeña posibilidad de fabular que le queda al sujeto de la escritura. Además, digo que la capacidad de fabular es mínima porque sé, y el lector también, pertinentemente que para que el autor Vargas Llosa pudiera sacar en claro esas acciones y esos discursos de los personajes, ha debido obtener tales datos de manos de quienes participaron en ellos en la vida real: Balaguer, Imbert Barreras y quizá decenas de personas que de una u otra manera fueron actores de aquellos acontecimientos.

La conclusión que se impone es que, por ese complejo de Guacanagarix, ningún novelista dominicano que hubiese encaminado sus pasos a obtener esas entrevistas de los personajes que participaron en aquellos acontecimientos, con el fin confesado de escribir una novela, los hubiese conseguido. La explicación no reside sino en la desconfianza política y en el miedo a que se vaya a hacer un mal uso de esas confesiones. Es preferible que sea un extranjero quien haga mal uso de tales confidencias y no un criollo, sobre todo si no está a la altura de un Vargas Llosa, un García Márquez o un Roa Bastos. Además, razona el Guacanagarix, es mejor salir embarrado en la ficción de un genio o una celebridad internacional que no en un carajo a la vela dominicano. Eso explica las pleitesías que se les hacen en el país a cualquier pelafustán extranjero. No es que Vargas Llosa lo sea, pero la conducta con él es la misma que observan las clases altas con relación a lo extranjero.

FUENTES. Vargas Llosa hurgó también, aparte de las fuentes orales, en las escritas. Sobre todo en Almoina, que describe el bar que está descrito en la Casa de Caoba en el último capítulo. En Galíndez que se hace eco del rumor de Almoina de que Ramfis no era hijo de Trujillo. También ha debido beber en Diederich, Crassweller y toda la bibiliografía escrita por dominicanos y extranjeros sobre Trujillo. Saberlo es cosa de ponerse a buscar las referencias bibliográficas embutidas en la novela.

SINTAXIS. Son muchas las faltas a la sintaxis que uno encuentra en esta novela (no de sintaxis, como escribe Vargas Llosa en p. 267). Una de las que más me llamó la atención fue esta, en la que el narrador habla del celestino Manuel Alfonso: « Lo hacía con esa sutileza adquirida en sus años de diplomático encargado de misiones difíciles. ¿No era esta, además, una ocasión extraordinaria para que Urania ayudara a su amigo Cerebrito, a salir de la trampa que le tendieron los eternos envidiosos?» (p. 497-98). Cerebrito es el padre de Urania, pero aquí, semánticamente es su amigo. Absurdo, pues de quien es amigo es del diplomático celestino. Otras faltas a la sintaxis son: Ello con valor de pronombre: ello servía (p.450); Años de años en vez de años tras años (p. 257); el anglicismo Lo siento en vez de Lo lamento (p. 285, 479. Bien usado en 448); otro anglicismo es retomar (p. 288) e Hispaniola por La Española (p. 181, 293); gerundios raros del tipo inglés (saliendo, p. 112 y apareciendo, p. 334); anglicismo en Te prometo en vez de Te lo prometo (p. 516); uso arcaico del partitivo, si no galicado en «dar de cabezazos» (p. 443); faltarle el respeto en vez de faltarle al respeto (p. 398) y No se volverá a repetir, pleonasmo por No se repetirá (381 y 416); galicismo en debacle en vez de desastre (p.197) y en desavisados en vez de desinformados (p.460); casos de queísmo en (p. 260, Estoy segura que y 261 ¿No te diste cuenta que...? en vez de segura de y diste cuenta de que, 194, 333-34, 432, 494 y 507) y título falso de la obra de Marrero Aristy en tres volúmenes (p. 286); cidra en vez de Cidra, nombre propio de un tipo de ron, no de una bebida de manzana (p. 495).

PROBLEMAS LeXICOS. Me detengo solamente en aquellos usos léxicos que estarían permitidos al universal reportaje de todos los días, no al escritor que, se supone, es el encargado de llevar la lengua, a través del discurso, a su explotación ilimitada, para no caer en el instrumentalismo de Barthes acerca del escritor como amo de las anomalías semánticas o en el chomkysmo cartesiano. Uso de elucubrar (verbo inexistente) por lucubrar (p.241); riversa por reversa (p.250); aerobics por aeróbicos (p. 145 y 198); memoramdums en vez de memorandos (p. 264); coctel en vez de cóctel (p. 183, 279 y 377); renqueando por rengueando (p. 266); coexistencia de palmeras canas (p. 15) con palmas canas (p.376 y 496), este último válido como usual en el español dominicano. Sería interesante trazar el trayecto de Palma de Canarias a palma de cana y palmera de cana. Existen algunas contradicciones léxicas que se deben más bien al desconocimiento de ciertos detalles culturales e históricos de parte del autor de la novela: por ejemplo, doctor Amiama [Luis] no lleva título académico (p.482); Tavares Justo (p.182) no se escribe con s, sino con z (Tavárez); rouge es un galicismo que tenía justificación en los años 20-30 cuando todavía pintalabios o lápiz labial no estaban afincados (p.87); destacada en vez de sobresaliente (p. 517), el apellido de la familia Cavagliano donde se escondió Antonio Imbert ha sido cambiado a Cavaglieri. Podría ser a propósito, para diluir su efecto realista, pero si así fuera, había que hacer lo mismo con Rainieri, quien le llevó a ese escondite. También está deformado, quizá por la misma razón, pero la creo, el apellido Cestero, que aparece como Certero (p.329), en Fernando Camino, dentista de Trujillo; voleibol por volibol (p. 256) . Un verbo usado varias veces en la novela es lucir en lugar de parecer (p.38). Paro de contar y le dejo el resto a los demás analistas literarios.

DEFECTO MAYOR. Aunque se lee con curiosidad, La fiesta del Chivo no se lee con interés. Incluso usted puede dejarla dormir cada noche y ella le dejará dormir porque el ritmo de la novela es el del discurso sobre la historia de Trujillo, no el de una escritura como aventura del sujeto, como sucede en La casa verde o en Cien años de soledad, la fabulación cien por ciento. No hay ritmo poético en La fiesta del Chivo, sino ritmo mimético de la descripción histórica.

Cuando decía en el artículo anterior que esta novela de Vargas Llosa no tenía riesgo, me refería a que, dada la programación de su sentido, la orientación política del texto carecía de estrategia. ¿Cuáles son las ideologías de época que esta novela transforma? Ninguna. Las reproduce todas: la ideología literaria de escribir novelas de aventura; la ideología histórica consistente en reproducir tramos de la historia sin transformar el discurso sobre la historia. La obra de Vargas Llosa no tiene adversarios. Se escribe en contra del sujeto mismo en primer lugar y en contra de la historia y las ideologías de una época. Los sujetos que dieron vida y animaron las acciones narradas en La fiesta del Chivo están bien muertos.

En cambio, una novela como Los que falsificaron la firma de Dios, de Viriato Sención, tenía uno y más adverssarios y transformó una historia inmediata y para hacerlo tuvo que acudir a la fabulación de los nombres de los personajes y con todo y eso el Poder, contra el cual orientó dicha novela su escritura, no la leyó inocentemente. La leyó, aunque con una ideología historicista, como tenía que leerla: orientación política del sentido en contra de las instancias del Poder y de la sociedad. La cual le salió huyendo o le escurrió, discretamente, el bulto, mientras permitía que el Poder se cebara contra la escritura.

De todos modos, recomiendo a los lectores que lean, por mera curiosidad, La fiesta del Chivo y que vayan a la páginas 117 y lean esto: «Todos sabían que se refería al Benefactor, al Padre de la Patria Nueva, al Generalísimo doctor Rafael L. Trujillo Molina, cuya corona fúnebre de flores frescas y fragantes era la más vistosaz de la cámara mortuoria». Si la mitad del texto estuviera escrito así, indudablemente que estaríamos en presente de un trabajo del ritmo a través del consonantismo prosódico. El otro ejemplo raro de consonantismo es este: «Al senador se le ocurrió que si las serpientes hablaran tendrían esa voz sibilante» (p. 274) Pero este ritmo sólo es posible encontrarlo en la fabulación total. Y este no es el caso.

Aunque se lee con curiosidad, La fiesta del Chivo no se lee con interés. Incluso usted puede dejarla dormir cada noche y ella le dejará dormir porque el ritmo de la novela es el del discurso sobre la historia de Trujillo, no el de una escritura como aventura del sujeto, como sucede en La casa verde o en Cien años de soledad, la fabulación cien por ciento. No hay ritmo poético en La fiesta del Chivo, sino ritmo mimético de la descripción histórica.




De visita en Argentina para presentar su última novela ‘‘La Fiesta del Chivo’’, el escritor peruano Mario Vargas Llosa afirmó que para escribir su obra necesitó ‘‘documentarse para mentir con conocimiento de causa’’.
Vargas Llosa admite que mintió ‘‘con conocimiento de causa’’




De visita en Argentina para presentar su última novela ‘‘La Fiesta del Chivo’’, el escritor peruano Mario Vargas Llosa afirmó que para escribir su obra necesitó ‘‘documentarse para mentir con conocimiento de causa’’.
En una entrevista publicada ayer martes en el diario neoliberal Ambito Financiero, Vargas Llosa aseguró que la dictadura de Leónidas Trujillo, quien fue presidente dominicano (1930-38 y 1942-52), sucedido por su hermano Héctor (1952 al 1962), fue ‘‘la cosa más anacrónica del mundo’’ que sin embargo, avivó su imaginación.
El escritor peruano es una de las más famosas personalidades de la literatura mundial que llegaron a Buenos Aires, invitadas en el marco de la Feria Internacional del Libro, que se prolongará hasta el 8 de mayo.
De visita en Santo Domingo en 1975, Vargas Llosa dijo se encontró con un tema que le ‘‘resultó estimulante, me indujo a fantasear y me enfrentó al embrión de una historia, que duró en la memoria muchos años antes de que me pusiera a escribir’’.
En esa oportunidad, el autor leyó ‘‘cosas extravagantes, enormes y monstruosas, que era imposible que la curiosidad no se despertara, no se avivara’’, así fue que ‘‘explorando me encontré con un material riquísimo para fantasear’’.
En ese marco fue que Vargas Llosa se ‘‘documentó mucho, no para escribir una historia auténtica, sino para familiarizarme con una sociedad y unos personajes tan diferentes a los de mi mundo para poder mentir con conocimiento de causa’’.
Admitió que ‘‘la documentación me resultó muy fértil’’, al punto que ‘‘la abundancia de material fue un problema’’.
Con su obra ‘‘La fiesta del Chivo’’, el ex candidato presidencial de Perú volvió a la literatura tras su incursión fallida en la política activa aunque ‘‘sin dejar de hacer política porque es una tarea intelectual fundamental’’.
El autor, quien en su carrera recibió los premios Cervantes, Rómulo Gallegos, Príncipe de Asturias y Menéndez Pelayos, dijo que ‘‘cada libro es una aventura’’ y si bien admitió que ‘‘me alegra cuando esa aventura encuentra un eco positivo’’, aseguró sentirse ‘‘solidario con todo lo que he escrito’’.
Estimó que ‘‘aquí y en Europa piensan que me he vuelto otra vez un escritor serio (con ‘‘La fiesta del Chivo’’)’’ al considerar que para sus libros anteriores utilizó un ’’género donde hay humor y juegos’’.
El autor de ‘‘La ciudad y los perros’’ anticipó su próxima novela que tiene como protagonista a Flora Tristán, un personaje del siglo XIX, ‘‘anarquista, socialista utópica que, al mismo tiempo, quiso introducir en la agenda política el tema de la mujer’’.
El escritor dominicano Lipe Collado acusó en las últimas horas a Vargas Llosa de ‘‘saqueo intelectual’’ a raíz de lo que consideró ‘‘sorprendentes coincidencias’’ entre ’’La Fiesta del Chivo’’ y su novela ‘‘Después del viento’’, que obtuvo el Premio Quinto Centenario de literatura, pero el escritor peruano habría negado la influencia de ‘‘un libro que no leyó’’, según versiones periodísticas en Buenos Aires.









Mario Vargas LLosa en la Capital Dominicana
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